En el 2007, se realizaban cinco conciertos internacionales al año en el Perú. La ley que eliminó ese año el Impuesto Municipal de Espectáculos Públicos no Deportivos (15% de la entrada) y rebajó del 30% al 15% el Impuesto a la Renta para estos espectáculos, revolucionó el escenario. “Entramos a una vertiginosa fiebre del oro”, dice Jorge Ferrand, responsable de los shows de Sting y Paul McCartney.
Solo en el 2011, se proyecta que a fines del año se llegaría a 60 espectáculos internacionales en Lima, una cifra que puede parecer positiva, pero que –a decir de los que invierten en el sector– no se ajusta al tamaño de nuestro mercado y podría bajar a 30 o 40 en el 2012.
“En los últimos cinco años, el número de personas que compran una entrada para ir a ver un espectáculo musical ha aumentado en un 40%, pero aún se mantiene en unas 150 mil personas que, evidentemente, no son suficientes para soportar una avalancha de artistas como la que hemos vivido entre el 2010 y el 2011”, comenta Ferrand.
Christian Fernández, director general de Fenix Entertainment Group Perú (FEG Perú), filial en el país de la empresa argentina con oficinas en Chile, Estados Unidos (Miami) y Colombia, calcula que ese mercado es de 300 mil a 400 mil personas, pero coincide en que es muy pequeño e impredecible.
“La fuerte demanda de los últimos años tenía un motor: la novedad. Los consumidores de repente sentían que tenían que ir a todos los conciertos, al punto que la misma persona iba a Metallica y a Black Eyed Peas, cosa impensable en plazas donde la demanda ya está segmentada”, señala.
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